“Muchas madres, un día casi sin darse cuenta se preguntan adonde se fue la dulce etapa en la que su hija las miraba con admiración e intentaba imitarlas, y adónde quedaron esos momentos de gran compañerismo en salidas o actividades. Sus actitudes y preferencias dieron un giro, y dejan a muchas madres preguntándose ¿quién cambió a mi hija?, con confusión y angustia, en muchos casos”, explica la licenciada Julieta Tojeiro, del Instituto Sincronía. Con la pubertad, el humor de las adolescentes se ve afectado por las características propias de esta etapa, y sus cambios físicos y hormonales.
En la pubertad la madre ha dejado de ser la ídola, más bien se convierte en la depositaria de aspectos negativos negados y “las madres que lo toleran están avalando con su actitud la desvalorización que tienen de ella” enfatiza la doctora Moreschi. Y recomienda que “hay que saber que es parte de su crecimiento, que el corte es necesario. Pero tener en claro que el adolescente puede pensar lo que quiera pero no puede decir cualquier cosa”, subraya Moreschi.
Hay que dejar claro que la madre no es una chica, que debe mantener la actitud de respeto. El hijo no debe vencer”, explica apelando al psicoanálisis. Lo que jamás debe perderse de vista es que la madre siempre será la madre y, para cumplir saludablemente su rol, siempre debe ser la que acompaña, cuida y orienta.
“Lo importante es mantener la asimetría; es decir los lugares bien diferenciados. No hay que confundir una buena relación, donde se dialoga, con amistad entre madre e hija”, concluye Julia Tejeiro.
Algunas Sugerencias:
- No tomar las malas contestaciones de forma personal.
- Las malas contestaciones, no son producto de la falta de afecto, sino por el rol que cumplen los padres, figuras de autoridad y los adolescentes se rebelan contra dicho rol.
- Evitar las conductas emotivas, es decir NO entrar en el juego de la adolescente porque “se arma una lucha campal”.
- Esperar a que desaparezca el ataque de ira para poder charlar.
- Mantener la comunicación para poder conocer sobre las necesidades y preocupaciones de la adolescente.
- Mantener los límites, ya que ayudan a la adolescente en su organización interna.
- “Preservar el vìnculo y la relación con la hija adolescente, teniendo en cuenta que se trata de una etapa, en la que los padres ayudan en el crecimiento y en la madurez emocional“. (Lic.Santiago Gómez)