El éxodo a Europa de cientos de miles de refugiados de Siria, Afganistán, Irak y otros países, que huyen de las guerras, sorteando concertinas o arriesgando su vida en el mar está poniendo a prueba uno de los grandes logros de la integración comunitaria: la libre circulación de personas.
“Schengen está herido de muerte”. La afirmación, categórica, es de Gil Arias alguien que ha estado al mando de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex) como director adjunto hasta hace apenas dos meses.
Grecia es la principal ruta de entrada de migrantes. Por eso, todos los esfuerzos se centran en taponar esa vía. La propia Comisión Europea ha dado tres meses a Atenas para gestionar de forma eficaz sus fronteras exteriores o amenaza con aislarla del espacio Schengen. Sin embargo, Arias advierte de que la experiencia demuestra que “las rutas son vasos comunicantes, y si se tapona una, se entrará por otra”.
La última respuesta europea a esta crisis de refugiados, la más grave desde la Segunda Guerra Mundial, es un principio de acuerdo con Turquía para devolver a todos los refugiados y migrantes que lleguen a partir de ahora a las islas griegas de manera irregular. A cambio, reasentará a un refugiado que se encuentre en Turquía. La ONU y varias ONG advierten de que la expulsión colectiva de refugiados está prohibida por la Convención Europea de Derechos Humanos.
Mientras se suceden las reuniones políticas, miles de familias siguen muertas de frío en mitad de la lluvia y el barro en el gran campamento de refugiados en que se ha convertido Grecia. Alrededor de 36.000 personas sobreviven en el país heleno gracias a la ayuda humanitaria y sin posiblidad de salir por el cierre de la frontera. El paso de Idomeni es hoy la imagen de la desesperación y la vergüenza.
“Estamos ante la peor Europa, la de los años 30 y 40 (…) Estamos ante un problema que afecta al espíritu, la moralidad y la reputación de la Unión Europea”, advierte Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto Elcano.
Fuente: rtve.es 08.03.2016 / actualización 20h03
ESTEFANÍA DE ANTONIO